quarta-feira, 29 de fevereiro de 2012

Para las CEBs


APORTES PARA LA VIDA DE LAS CEBs

1.  LOS CRITÉRIOS EVANGÉLICOS deben ser mantenidos a cualquier precio; en toda oportunidad, en relación a todos (los que nos acompañan y los que nos ponen trabas). Debe ser nuestro modo habitual de ser y no meros episodios de nuestra vida. Tratase de la característica de la pequeña Comunidad y no solamente de algunas personas en ella. Esto conlleva una constante experiencia de Dios, alimentada por el habitual contacto con la Palabra, fidelidad a la oración, evaluación sistemática de los proyectos, de la manera de expresarse y de una honesta, objetiva y serena auto-crítica, tanto individual como comunitaria.

2.  Un programa, un estudio, una pequeña comunidad sin meta, tanto global como específica, se dispersa y se desorienta. La comunidad necesita de una referencia que no solamente articule y organice las acciones y proyectos, como mantiene un atractivo tanto para los miembros del grupo como para quien entra en contacto con el. – Vean como se aman! Como revelan paz y alegría. Es como si estuvieran captando algo invisible. Cuál seria su secreto? (La meta es el sueño de Iglesia que se explicita y se asume).

3.  Todo chismerío (mitote) merma un grupo, pierde energías preciosas, crea sospechas, prejuicios y dificulta la perseverancia. Por eso las crisis y denuncias, deben ser tratadas directamente con las personas que están en la problemática. A veces es recomendable pedir asesoría de alguien que no está directamente envuelto en la crisis.

4.  Mantener el obispo y otras autoridades no solamente informadas de lo más importante que se dice y se hace, sino y principalmente, mantenerlos en contacto directo y frecuente con la pequeña comunidad, para que vean “con sus propios ojos”. No bastan para eso visitas meramente ocasionales. Esas pueden ser buenas o malas, pero no revelan objetivamente el proceso de la vida de la pequeña comunidad.

5.  Los asesores invitados vienen ayudar la pequeña comunidad en su caminar. No se trata de crear su pequeño oasis o reinado. El sujeto a quienes toca tomar las decisiones coherentes con la meta y prioridades asumidas, es la Comunidad como tal, con su coordinación local.

6.  Las diferentes tareas de la pequeña comunidad, tanto para su organización como para su acción y articulación con otras instancias, pastorales y grupos eclesiales, piden equipos de responsables y no solamente personas individuales que pueden tornarse dueños o dueñas de aquel sector o trabajo (Catequesis, liturgia, social, etc.). Hay que evitar los “insubstituibles” (Cabezones). Siendo equipo y actuando como tal, evitase surgimiento de dictadores.

7.  Cuando se va a representar la pequeña comunidad en cualquier otra instancia como la Asamblea parroquial, diocesana, etc. se comunica lo que ha sido decidido por el conjunto y no las preferencias individuales de dichos representantes. Tampoco, estos delegados volviendo a sus comunidades, van a ser considerados como representantes oficiales de la reunión en que estuvieron.

8.  Un grupo persevera a pesar de todas pruebas si ha desarrollado entre sus miembros profunda amistad cristiana. No se trata de intimidades, tampoco de ausencia de críticas y conflictos. “Los apóstoles o son amigos entre ellos, centrados en Jesús, movidos por el Espíritu, o poco a poco dejan de ser apóstoles” (Es como hemos vivido en América Latina en el proceso de las CEBs, asesores, articuladores, teólogos, biblistas, pastoralistas, sociólogos, etc.).

Los apóstoles conocen la meta y dan su vita por ella. Los funcionarios cumplen tareas.

9.  Las diversidades internas de una Pequeña Comunidad, edad, sexo, preparación, cultura, experiencias, etc. no son problema sino una gracia.

10.            La Pequeña Comunidad que no se relaciona con el conjunto de la Iglesia local, se transforma en gheto. Tiene el riesgo de sentirse élite e termina dificultando el proceso pastoral. El sueño es vivir “autonomía con comunión”.


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