quarta-feira, 26 de outubro de 2011

Iglesia, Misterio de Comunión. P.Dr. Jose Sanchez Sanchez

LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN.
José Sánchez Sánchez
1.- INTRODUCCION. Si preguntáramos a un cristiano miembro de las primeras comunidades apostólicas ¿Qué es la Iglesia? nos respondería que es la comunidad de los testigos de Jesús, que viven unidos en el amor y cumplen la misión que el Señor les encomendó de hacer discípulos a todos los pueblos. Si le hiciéramos la misma pregunta a un cristiano del siglo XI, respondería: Es el reino de Dios que vive en esta tierra y que está gobernada por el Papa, vicario de Cristo, que tiene la espada espiritual, superior a la espada civil de los reyes. Si le hiciéramos la pregunta a un cristiano del siglo XVI, del tiempo de la Reforma protestante, respondería: Es una sociedad visible con bienes necesarios, es una, católica a la que deben pertenecer todos los creyentes en Cristo.
Si le hiciéramos esta pregunta a un cristiano del siglo XIX, contestaría, que es una sociedad perfecta de desiguales, jerárquica en donde el Papa y los Obispos enseñan, gobiernan, deciden y los laicos obedecen, se someten y ejecutan órdenes. Fuera de ella no hay salvación.
La misma pregunta tiene diversas respuestas según el contexto en el que la Iglesia vive. Unas son más evangélicas que otras. Es por esto que la Teología se tiene que hacerse la misma pregunta para encontrar la respuesta adecuada al tiempo en el que vive. Esta es la pregunta que el Papa Paulo VI hizo a la Iglesia durante la segunda sesión del Concilio Vaticano II y la formuló de la siguiente manera: ¿Iglesia, qué dices de ti misma? Y la respuesta que dieron el Papa mismo y los Padres Conciliares fue: La Iglesia es misterio de comunión, expresión visible de la Comunidad Trinitaria. Por esto toda la Iglesia aparece como “Un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Cf. LG 4)
Esta respuesta costó trabajo ser entendida en su justo sentido, porque antes del Concilio Vaticano II se tenía una comprensión de la Iglesia como “Sociedad perfecta de desiguales, monopolio de la salvación, ya que fuera de ella no había salvación”. Los obispos participantes en el Concilio Vat. II, quisieron volver a las fuentes de la Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y expresar en las categorías de la Sagrada Escritura la identidad de la Iglesia.
2.- LA IGLESIA MISTERIO.
Mysterion es una palabra griega que traducida al latín es Sacramentum y en español es Sacramento.
Sacramento es una realidad visible que nos descubre otra invisible. Consta de dos elementos un visible y otro invisible. Tratándose de la Iglesia, ella tiene el elemento invisible que es Dios mismo, la Comunidad Trinitaria de Dios; y otro visible: la comunidad de los humanos. Estos dos elementos los podemos distinguir pero no separar. Dios ha elegido a la comunidad humana de los que creen en Cristo y lo aceptan como su salvador, para hacerla signo e instrumento de su Salvación. No es el único signo e instrumento pero es el de mayor significación. En esto consiste el misterio.
Ahora bien, Dios es comunidad, la mejor comunidad, por tanto, la iglesia es comunidad, expresión visible de la comunidad eterna de Dios. Esta es la voluntad de Dios. El ha tomado la iniciativa de elegirnos para ser expresión de su Ser comunitario y comunicación de su amor a todos los humanos. Tertuliano, un teólogo de la primitiva Iglesia decía: “Donde está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ahí está la Iglesia, porque es el sacramento de los tres”.
El elemento dinámico de la Iglesia es Dios, el que nos salva, es el Santo. El elemento institucional es la comunidad humana. Quien considera la iglesia simplemente como una estructura, una sociedad humana, por tanto con estructuras, con organización puramente humana, no puede entender integralmente la Iglesia, verá en ella únicamente una organización humana, imperfecta, con fallas y con pecados. Quien la considera sólo una comunidad invisible de los hijos e hijas de Dios, la hace desaparecer como una comunidad en medio del mundo, instrumento de la salvación de Dios. La Iglesia es un misterio, porque es Santa y pecadora al mismo tiempo: “Encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación”(LG 8)
El Espíritu Santo, fuerza y sabiduría de Dios, habita en ella. “Por eso se la compara , por una notable analogía, al misterio del Verbo encarnado, pues así como la naturaleza asumida sirve al Verbo divino como de instrumento vivo de salvación, .l.. de modo semejante la articulación social de la Iglesia sirve al Espíritu Santo, que la vivifica, para el acrecentamiento de su cuerpo (Ef 4,16)” (LG 8)
Esto nos llena de esperanza y de alegría, porque si es voluntad de Dios, el que seamos expresión de su presencia dinámica en el mundo, él asegurará que su salvación se ofrezca por medio de un instrumento imperfecto, pecador. La eficacia y santidad de la Iglesia es por la presencia de la Trinidad, y no tanto por la santidad y fidelidad de nosotros los humanos que la componemos. Esto también es un compromiso.
3.- MISTERIO DE COMUNIÓN.
Siendo la Iglesia misterio de la comunidad perfectamente unida en el amor, ella está llamada a vivir en comunión. La comunión es el rostro visible de la Iglesia, por ella el mundo conoce que Dios no nos ha abandonado, que está presente entre nosotros. La iglesia o es comunión o no es Iglesia de Dios.
Los Hechos de los Apóstoles reflejo de las primitivas comunidades nos señala en el Cap. 2° (Hech 2,41-47) los elementos de dicha comunión en y de la iglesia.
a) La escucha de la Palabra de Dios, tanto en la vida como en la Escritura, que es la expresión más viva del Mensaje de Dios. Para vivir la experiencia de transparencia de Dios, la Iglesia tiene que alimentarse continuamente de la Palabra Escrita, ella le da vida y vigor para cumplir su misión. La Iglesia para comunicar la Palabra de Salvación, necesita ella misma alimentarse. Ella como discípulo debe estar atenta a la voz del Maestro.
b) La fracción del pan, i.e. la Eucaristía, El compartir los bienes, la convivencia. La Eucaristía es el centro de esta comunión, ella es la fuente y el culmen de dicha comunión. Ella construye la Iglesia, es la mejor expresión de la comunión de la Iglesia. Somos un cuerpo, el de Cristo, porque comemos de un mismo Pan. (1Cor 10,17). Iglesia, en cualquiera de sus niveles, que no celebra el Misterio Pascual de Jesús, aún no es Iglesia de Jesús.
c) Mientras más sean los bienes que se tienen en común, mayor es la vivencia de comunión que experimenta.
La comunión es un Don del Espíritu de Cristo. Cristo ora por la unidad: “Te pido que todos sean uno, Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de ese modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado” (Jn 17,21). El no solamente ora para que todos sean uno, sino también porque sean uno “en nosotros”. La redención consiste en que todos sean uno: uno con Dios, uno con los demás humanos, uno con la creación. La razón de ser de la Iglesia es ser signo visible, sacramento de esa unidad. Uno de los nombres más bellos de la Iglesia es “Comunión”.
El Espíritu es el que une a la Iglesia, El asegura la comunión de la Iglesia, porque es el principio invisible de la Unidad de la Comunidad de los Creyentes. La Iglesia vive unida no tanto por las estructuras humanas, sino por el Espíritu de Dios. La unidad está a la raíz de la Iglesia de Cristo. Este don no lo puede destruir totalmente el egoísmo y los conflictos en las Iglesias. La iglesia de Jesús subsiste en las diversas tradiciones eclesiales, en las distintas Iglesias. La unidad de la Iglesia está fracturada, pero no aniquilada. La unidad de la Iglesia es un don inacabado del Espíritu de Jesús, que hay que estar construyendo constantemente.
La unidad de las Iglesias se tiene que construir entre las diversas tradiciones cristianas y en esto consiste el ecumenismo. Pero también es necesario reconstruirla en cada una de las Iglesias, la Unidad. En nuestra Iglesia católica hay que trabajar constantemente por rehacer la unidad.
Construir o reconstruir la Comunión es la de reconocer los dones que el Espíritu Santo ha dado a cada una de las Iglesias y compartirlos. Cuando se valoran los dones que el Espíritu ha dado, entonces se pueden compartir, intercambiar. Construir la comunión no se hace queriendo que los demás piensen y actúen como nosotros, sino respetando sus dones diversos a los nuestros y aceptándolos para enriquecernos con ellos. El Espíritu no nos ha dado dones diversos para que compitamos por ellos y con ellos, sino para que nos enriquezcamos. Así la unidad se da en la diversidad. La unidad sin diversidad se convierte en uniformidad. La diversidad sin unidad se convierte en dispersión. La comunión es vivir la unidad en la diversidad, ambas son dones del Espíritu Santo.
Nuestros procesos comunitarios están llamados a ser Iglesia de Jesús en la base. La unidad y comunión en ellos se construye cuando reconocemos los diversos dones que El Espíritu ha dado a cada uno de los grupos que lo componen y los compartimos. Esta experiencia de comunión es la que se debe procurar en los procesos comunitarios y se expresa en las Asambleas comunitarias. El Consejo comunitario es el responsable de que se viva cada vez con mayor profundidad la comunión eclesial. Proceso comunitario que no celebra Asambleas comunitarias convocadas por el Consejo comunitario, aún no es pequeña Iglesia de Jesús.
Construir la comunión en la Iglesia es una experiencia espiritual, quien la vive se deja guiar por el Espíritu Santo.
4.- CONCLUSIÓN.
La fuente de la nueva teología del concilio Vaticano II, sobre la Iglesia, es la de Iglesia misterio de comunión. Ella será solamente luz del mundo y sal de la tierra, si vive en ella y trabaja por la comunión de todo el género humano entre sí y con Dios (LG 1).

Nenhum comentário:

Postar um comentário