segunda-feira, 25 de fevereiro de 2013

No tanto el papa, sino el Papado



LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI Y EL PAPADO
JOSÉ AROCENA, jarocena@ucu.edu.uy

URUGUAY.
ECLESALIA, 26/02/13.- La renuncia de Benedicto XVI fue sin duda un hecho importante. No parece sin embargo que lo más destacable de este suceso sea la danza de nombres con que la prensa se ha entretenido durante los días siguientes al anuncio. Un artículo de José María Castillo publicado en su blog “Teología sin censuras” el pasado 12 de febrero lleva por título “El problema no es el Papa… el problema es el papado”. De alguna manera, lo que José María Castillo quiere destacar es que si bien el nombre del futuro Papa puede tener importancia, lo que la Iglesia debe examinar es ese conjunto de tradiciones y formalismos que hacen del Papa una figura extraña y lejana del hombre y la mujer contemporáneos. Su carácter de obispo de Roma “primus inter pares” (el primero entre iguales) queda desfigurado tras esa imagen de “sumo pontífice” a lo que se agrega ese apelativo de “santo padre”. Dice Castillo:
“Lo mejor de esta renuncia, a mi entender, es que nos desvela -quita el velo- a una mal entendida tradición en la Iglesia, centrada en costumbres y atavismos formales que han llegado a tener una importancia absolutamente desproporcionada e incluso contraria al espíritu y a las prácticas auspiciadas por el Maestro”.
En estas pocas palabras, se expresa con acierto lo que el papado es actualmente, señalando incluso que ese conjunto de “tradiciones” son contrarias al espíritu y a las prácticas que caracterizaron la vida de Jesús y que los evangelios nos han trasmitido.
Entiendo por ese conjunto de costumbres y atavismos formales, tanto lo relacionado al boato del Vaticano completamente fuera de época, como a las formas de administrar la Iglesia marcadas por un férreo centralismo basado en una interpretación al menos abusiva, de la pretendida infalibilidad papal.
El centralismo romano no resiste hoy al cambio de época. Como dijo el Cardenal Martini pocos días antes de morir: la Iglesia está al menos dos siglos atrasada. No puede relacionarse con el mundo una Iglesia que se está encerrando en sí misma, que está repitiendo fórmulas y proponiendo prácticas que poco tienen que ver con el gigantesco cambio de época al que estamos asistiendo.
Las voces de la Iglesia en los distintos continentes temen expresarse ante los desbordes autoritarios del centralismo romano. ¡Esa es la cuestión del papado! Sin ir más lejos, el reciente Congreso de Teología llevado a cabo en la sede de la Universidad jesuita de Unisinos (Porto Alegre) que reunió a más de 700 cristianos laicos, sacerdotes, religiosos y obispos, tuvo que vencer oposiciones originadas en el Vaticano. Esa tentativa de impedir la expresión de sectores relevantes de la Iglesia latinoamericana, es una forma más del característico “disciplinamiento” que pretende la cúpula vaticana, sobre el conjunto de la Iglesia.
¿Qué esperanzas se pueden alimentar entonces ante el nuevo Cónclave? El Superior General de los jesuitas, P. Adolfo Nicolás sj, analizando el último Sínodo, señaló la ausencia de la voz del Pueblo de Dios:“La voz del Pueblo de Dios no tiene ocasión de expresarse. Es un Sínodo de Obispos y, por eso, no se cuenta con la participación activa del Laicado aun cuando un número de expertos y "observadores" (auditores) asisten como invitados… Por eso era difícil evitar el sentimiento de que se trataba de una reunión de "Hombres de Iglesia afirmando la Iglesia", lo cual es ciertamente bueno pero no precisamente lo que necesitamos cuando estamos a la búsqueda de una Nueva Evangelización. Podemos caer en el peligro de buscar "más de lo mismo" (Servicio digital de información SJ, vol. XVI, nº17, 29 de octubre de 2012).
Sin duda, este es uno de los puntos principales para que una renovación de la Iglesia haga posible su acercamiento a un mundo en profunda transformación. [...]

Nenhum comentário:

Postar um comentário