P. José Luis
Ríos, Osvaldo César García y P. Paolo Piccioni
LA ESPIRITUALIDAD DE LAS CEBS.
¿Qué es la espiritualidad?
La
Espiritualidad, a lo largo de la historia, ha tenido diferentes claves de
interpretación:
*Espiritualidad dicotómica o dualista:
esta tiene influencia de la filosofía griega-platónica. Considera que todo lo
malo existente en el ser humano proviene del cuerpo, de sus pasiones y
tendencias. El cuerpo es la cárcel del alma. El modelo de persona espiritual es
aquella que somete el cuerpo y lo domina totalmente, muchas veces renunciando a
las alegrías naturales.
Esta concepción de la espiritualidad tiene el
gran peligro de separar fe y vida.
Por un lado, todo lo que alimenta el alma, que habitualmente en la vida de una
persona tiene sus propios espacios (oración, culto, rezos, procesiones, etc.),
por cierto muy pocos; y por el otro lado, la vida normal de trabajos, fatigas,
alegrías, relaciones, problemas, salud, necesidades básicas, elementos no
considerados espirituales, aunque absorben la mayor parte de nuestro tiempo, de
nuestra atención y de nuestras preocupaciones.
*Espiritualidad integradora:
se basa en una concepción actual del ser
humano como un ser unitario, en totalidad. También en la Biblia, en la
concepción hebrea, el hombre es visto como una unidad viviente. La terminología
paulina, carne y espíritu, habitualmente, se interpreta de manera errónea desde
la concepción platónica aunque para el hebreo, tanto carne como espíritu,
expresan al hombre en su totalidad. Todo lo que vive el ser humano, es decir,
lo que hace, piensa, siente… le afecta en su totalidad, porque la persona es
una.
Entonces,
como la persona es totalidad, se
entiende por espiritualidad todo lo que alimenta y fortalece la vida en los
caminos del bien, en los caminos de Dios, en los proyectos del Reino,
aunando todos los elementos de la existencia del ser humano concreto y dejando
de lado la dicotomía entre lo profano y lo sagrado, lo espiritual y material,
lo humano y lo divino.
Según
el Dalai Lama: “La espiritualidad es
aquello que produce en el ser humano una transformación interior, la que te
hace mejor, la que te hace más compasivo, que te hace más sensible, más
desprendido, más amoroso, más humanitario, más responsable…“
Otros
dirían:
“La espiritualidad es la experiencia de encuentro personal con Dios y la forma de vivir que
brota de dicha experiencia”.
“La espiritualidad cristiana abarca todo lo
que somos, los elementos que configuran nuestra vida, nuestras relaciones,
nuestros dones, las alegrías y las penas, nuestros sueños y estados de ánimo,
las luchas y los fracasos… todo. Es ver el rostro, la mano, la palabra, el
aliento de Dios en cada uno de los aspectos de la vida
humana, de la creación y de lo que está más allá de lo que vemos y palpamos”. “Es la experiencia de Dios en la vida,
desde la vida y para la vida”.
Esta
espiritualidad, así como la entendemos, la vemos expresada en la vida de las
CEBs según los siguientes rasgos:
q El seguimiento de Jesús. “Sígueme” es la palabra clave para el discipulado de Jesús. Seguir a
Jesús se convierte en la forma de ser discípulo suyo. Y el seguirlo consiste en
realizar la obra de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. Este
seguimiento es para la misión. La espiritualidad de la Iglesia está en el
“peregrinar”, camino de auténticos seguidores de Jesús.
q Centrada en el servicio al Reino de Dios. Trabajar por el Reino, construirlo con palabras y
obras, es el compromiso fundamental. La evangelización no consiste en reafirmar
estructuras eclesiales, sino en que el Reino se haga realidad en favor de los
pobres.
q La Vida fraterna. Una vida en donde las
relaciones sean personales y personalizantes, en donde haya conocimiento
reciproco, respeto y capacidad de escucha, en donde se comparta la fiesta y los
momentos significativos de la vida.
q La Centralidad de la Palabra como “contemplación” de la realidad; quien contempla en la realidad a Dios,
convierte la vida de seguimiento en una vivencia de transparencia: las cosas,
los acontecimientos y las personas transparentan a Dios. Las CEBs viven esta
dimensión cuando al investigar y analizar la realidad la iluminan con la
Palabra de Dios para encontrar su presencia amorosa y salvadora, y se
comprometen en la transformación de la realidad.
q La Encarnación y compromiso. Jesús eligió un puñado de discípulos y discípulas
que fueran a anunciar que el reino de Dios estaba ya presente en medio de
ellos. El sacrificio por el que Jesús agradó al Padre no fue el de toros y
machos cabríos ofrecidos en el templo, sino su propia vida de confianza y
obediencia a Dios (Heb 10,5-10). La Iglesia vive esta dimensión cuando vive en
este mundo dando testimonio de los valores del Reino y se compromete a
transformar las estructuras humanas de acuerdo a la justicia, el amor y la
fraternidad.
q El Ecumenismo. La unidad y la participación son actitudes fundamentales en el
seguimiento de Jesús, que pide a Dios para que sus discípulos sean uno como él
y su Padre son uno. Vivir esta esperanza de diálogo y de unidad es una exigencia
del Espíritu en este tiempo de tolerancia y pluralidad. Las CEBs viven en una
continua actitud de diálogo y de respeto hacia todos, cualquiera que sea su
condición y opción religiosa. Consideran que todos somos hijos e hijas del
mismo padre y madre.
q La Acción Solidaría, en el servicio a los sufridos de hoy, con una
clara opción por los pobres. Se trata de una lucha por el respeto de los derechos
fundamentales de hombres y mujeres, para que tengan una vida
digna y la tengan en abundancia:
+
Defensa
y promoción humana, derechos sociales, económicos,
+
Respeto
por las culturas de los pueblos originarios,
+
Respeto
por la madre tierra que nos nutre y alimenta, (ecología)
+
Participación
ciudadana, proyectos alternativos de salud y de producción.
En
conclusión la espiritualidad de las CEBs es una espiritualidad “Eucarística”,
que celebra la vida, la solidaridad, la libertad, la resurrección, la muerte
que nos da vida.
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